Italia - Bolonia

Boloña

     Para ser una persona atractiva no hace falta medir un metro noventa, ser delgado como una tagliatella al ragú ni tener todos los músculos fibrados. La anatomía no lo es todo. Ciertos atributos y comportamientos pueden hacerte destacar positivamente y, si eres preciso y con buen ojo, ser más deseado que personas físicamente prodigiosas. 
     A pesar de no haber visitado Bologna en plena época universitaria, con las calles repletas de estudiantes, me atrevo a decir que es un claro ejemplo de éxito, en relación a lo que expresaban las primeras líneas. 

     Son tres los detalles que me lo hacen pensar:

      

Primero, la arquitectura. Bologna se viste siempre con el mismo tipo de ropa; el mismo estilo. Desde la torre Degli Asinelli se pueden contemplar todos los tejados uniformes y se puede distinguir que todos los edificios, que se alzan en la base de los turones, y que se extienden por la planicie, comparten una arquitectura común y parecida. 
     Segundo. Este centro cultural se nutre de alimentos ecológicos que lo hacen crecer sano y fuerte. Partiendo de un radio de dos kilómetros desde la Piazza Maggiore, escasos son los coches que recorren las calles, quedando así sólo llenas de viandantes. Este es un valor y una personalidad muy difíciles de encontrar, y sobre todo de mantener, en pleno siglo veintiuno.   
     Tercero. Cada vez que la señorita Bologna va a alguna reunión social, o tiene una cita especial, se decora siempre con el mismo tipo de collar: corredores con arcos. Éstos, presentes en todos los edificios, son una característica distintiva esencial. Si un día la vieras sin este complemento, no la reconocerías. 

     Lo cierto es que en pocas ciudades de este mundo podría disfrutar más de un día de lluvia como lo haría aquí. Atravesar y dejarme guiar por los corredores arqueados mientras veo y escucho, a escasos metros, el peligro de la lluvia sin sufrir daño alguno. Continuar mi camino sin impedimentos ni preocupaciones, como si se tratara de cualquier día asoleado, es una sensación que ansío vivir algún día; una experiencia que debe ser admirable e indescriptible. 
     En resumen, toda persona y toda ciudad pueden ser apreciadas por los otros, y por sí misma, simplemente siguiendo un riguroso proceso de planificación, voluntad y perseverancia. El resultado podrá gustar o encantar, pero nunca pasará desprevenido: todos los que se crucen con ella identificaran que es especial -y estos es mucho decir, teniendo en cuenta el número de personas y ciudades que conviven en la Tierra-. 

Zoológico de lluvia

Avanzas por los corredores arqueados
La escuchas, como si estuvieras dentro de casa, 
Pero la sensación es otra
Más directa, 
Más auténtica, 
No estás enclaustrado ni encerrado
Eres libre
La puedes tocar y, 
Sobretodo, 
Escuchar sin embudos
Sin vidrios entremedio

Y el choque contra el suelo 
A escasos metros de ti
No te salpica
No te haces daño
Así es
sigues la ruta
A través de la lluvia
La vives, la ves y la escuchas
Pero sobretodo
La disfrutas
Y continúas avanzando por el corredor arqueado. 
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