En primer lugar, aunque Bon Scott estuviera muerto, su imagen y su espíritu siempre continuaron presentes en AC/DC a través de las canciones que compuso y en todo en lo que contribuyó. Seguía siendo una columna omnipresente.
En segundo lugar, en 2014 Malcolm Young dejó la banda porque se le diagnosticó demencia. A diferencia de Angus, Mal no era el icono del grupo, pero su importancia era caudal ya que se trataba del líder; el jefe. De este modo, un barco sin capitán está perdido, pero como la orilla estaba a la vista, se puede aceptar que se le sustituyera por su sobrino. Era un cambio que a nivel externo, a imagen del grupo, no produciría consecuencias negativas y a nivel interno tampoco.
Haber considerado un retiro por parte de la banda debido a la baja de Malcolm y también a los problemas judiciales del batería Phil Rudd por posesión de drogas y organización de asesinatos, no hubiera sido recriminable (1).
Cuando de las cuatro columnas una es fuerza espiritual y otra ha sido reconstruida con la misma sangre, ya no se permiten más contratiempos.
Por esto, cuando a principios de 2016 surgió la noticia de que Brian Johnson no podría realizar más conciertos en directo por el riesgo a perder su capacidad auditiva al 100%, el veredicto debió ser definitivo: la banda debía y tenía que colgar las guitarras.
Muy a nuestro pesar, eso no sucedió. De hecho se ha anunciado la continuidad de la gira Rock or Bust con Axl Rose como sustituto de Brian Johnson.
Como era de esperar, esto ha provocado un gran escándalo debido a la mala y controvertida imagen que tiene el cantante de Guns N’ Roses. No obstante, el problema no radica en el quién sino en el porqué.
Ya podrían haber contratado a Axl Rose, Mike Jagger, Dave Evans o Josep Carreras como sustitutos; el pecado seguiría siendo el mismo. La clave está en que Brian Johnson no tiene sustituto. ¿No es verdad que si Angus Young se muriera no lo remplazarían por otro guitarrista? Pues la respuesta también se extrapola a la voz y persona de Brian Johnson.