El tráfico era un desorden comparado con Europa, aunque un paraíso en relación a Lima. La gran mayoría de casas que se podían apreciar estaban inacabadas; dicen que por cuestiones fiscales las dejan sin terminar, al menos los pisos superiores. Y de vez en cuando aparecían mansiones, supuestamente de la gente “rica” o “con suerte”, pintadas con colores brillantes y vivos como el rosa, naranja o verde; unas arquitecturas y decoraciones muy peculiares. Y siempre, en los bajos de todos los edificios o casas había tiendecitas y bodeguitas. En general reinaba una sensación de tranquilidad y seguridad, la gente parecía poco violenta, aunque las estadísticas dicen que hay varios asesinatos diarios en esta zona.
Una vez pasado El Alto, que es enormemente extenso, se llega al filo de la montaña. En ese momento el sistema respiratorio se cala debido al extraordinario paisaje que está delante de tus ojos, y también porque en ese punto se alcanzan casi los 4000 metros de altura. La Paz se encuentra en un valle infinito, donde las montañas recuerdan a una muralla natural que protege la ciudad. Si se tiene la oportunidad de contemplar esto de noche, como yo tuve el privilegio, se verán las luces de las casas que trepan por los cerros, los traspasan y siguen. Es un mar de iluminaciones rodeado por montañas. Y cuando estás disfrutando de las espectaculares vistas, de repente el autocar se inclina como si se cayera por un barranco: es el momento de penetrar la ciudad. Las bajadas son de una pendiente vertiginosa y encaminarse hasta el centro lleva otra hora como mínimo. La pobreza está más disfrazada que en El Alto, pero incluso atravesando los barrios residenciales tienes una impresión de precariedad absoluta. Los que aquí se consideran barrios residenciales, en países desarrollados representan las zonas peligrosas e impenetrables.
Todo este trayecto significó un momento único en mi vida, un momento de reflexión en que me decía Vive este viaje, disfrútalo y sé consciente porque es una cosa que nunca más volverás a ver. Recorrerás otras ciudades con edificios lujosos que casi conectan con el cielo, pero difícilmente contemplarás un lugar tan auténtico como éste.